El arte de reinventarte

Los mayores logros de la humanidad son logros de la creatividad. Las personas que iniciaron acciones que cambiaron, transformaron o aceleraron el curso de la  historia, son personas que pueden ser consideradas creativas. Estas personas fueron capaces de establecer relaciones de conocimiento, capaces de ver en dónde otros no veían, capaces de establecer nuevas preguntas, de dar respuestas originales, las cuales fueron consideradas útiles para el entorno social.

Si la creatividad consiste en cambiar un campo particular, la creatividad personal consiste en cambiar el campo de la vida personal. Si no aprendes a ser creativa en tu vida personal, las probabilidades de contribuir a la cultura en general son mínimas. Y lo que realmente importa, en última instancia, no es si tu nombre ha quedado unido a un descubrimiento reconocido, sino si has vivido una vida plena y creativa.

Si bien, hay más de cuatrocientas definiciones de la creatividad,  la constante en todas ellas es la novedad y la aportación, que habitualmente produce soluciones originales.

Hasta hace pocos años se pensaba que el cerebro tenía zonas exclusivas de funcionamiento pero gracias al desarrollo tecnológico, la imagenología, la medición de las ondas cerebrales y de otros procesos psicofisiológicos, se pudo determinar que cuando se realiza una función, el cerebro actúa de manera semejante a una orquesta sinfónica, haciendo interactuar varias áreas entre sí.

Aunque existe la concepción popular de que el hemisferio cerebral izquierdo es responsable de nuestro pensamiento lógico y que, el derecho se encarga de la parte creativa y artística, en realidad el cerebro se encuentra integrado y se usan ambos hemisferios constantemente. Así, el hemisferio izquierdo es más lineal y orientado al detalle y el derecho, es más espacial y se encarga del panorama completo; ambas habilidades son necesarias para funcionar eficientemente en el mundo. Pensamos y creamos con ambos hemisferios.

El cambio que ocurre cuando una persona entra en un estado más creativo no es un movimiento de izquierda a derecha, es más bien una tendencia de arriba abajo; es decir de ondas rápidas beta a ondas más lentas (alfa, theta y delta) en ambos hemisferios de manera simultánea. El balance de ambos hemisferios se puede llegar a lograr mediante la meditación y el entrenamiento de las ondas cerebrales. Las ondas cerebrales son más fácilmente entrenadas cuando nos encontramos en un estado de relajación profunda y con los ojos cerrados.

La persona creativa es aquella que puede ver el final del camino, sabe perfectamente a donde va, evita que los acontecimientos lo lleven, y al contrario, ella misma construye los acontecimientos y prefiere su visión como transporte. Visualiza el fin incluso antes de imaginar los medios, sin embargo éstos siempre deben de ser justificados por sus principios y valores humanos y éticos.

Ser creativo no es tan complicado, recordemos que todos somos humanos y lo que un humano puede aprender, otro también puede aprenderlo, así que vamos a aprender a ser creativos.

4 hábitos para aprender a desarrollar nuestra creatividad.

Empecemos implementando en nuestra vida diaria algunos hábitos como:

  • Visualizar. Acostumbrarnos a pensar e imaginar con todos nuestros sentidos los resultados que queremos obtener,  es un simple hábito con el cual empieza el proceso creativo.
  • Leer. La lectura es la ciencia de la imaginación, acostúmbrate a leer por lo menos 1 o 2 libros al mes, que te hagan imaginar los personajes, los lugares, los posibles finales.
  • Ir al cine. La pantalla grande permite meterte de lleno en la trama de la película y contactar con una amplia gama de emociones.
  • Evitar copiar. Si no eres original al hacer algo no estás siendo creativo, simplemente estás copiando. Así que, en todo lo que hagas, intenta ser lo más único posible e intenta no copiar a los demás.

¿Cuándo somos creativos?

Somos creativos cuando hacemos lo que nos gusta, cuando disfrutamos haciendo algo aunque requiera un esfuerzo. Cuando fluimos en la actividad. Cuando no solamente actuamos movidos por motivos externos (dinero, reconocimiento, obligación) sino por las sensaciones que experimentamos durante la actividad. Nos atraen las actividades que se nos dan bien, aquellas que conectan con nuestros talentos personales (ya sea escribir, pintar, bailar, diseñar, relacionarnos…) y es muy motivador ir consiguiendo niveles de excelencia cada vez mayores.

Somos creativos cuando estamos motivados con lo que hacemos y las presiones del entorno no nos desbordan (tiempo, expectativas sociales, etc.). Somos creativos cuando nos permitimos serlo. No solamente por la decisión consciente de esforzarnos y trabajar sino por la resolución interna de evitar el  llamado «auto-sabotaje» o «miedo a ganar». Si la presión externa es muchas veces implacable y fuente de múltiples obstáculos para la creatividad, más despótica puede ser la presión interna, el poder bloqueador de nuestro diálogo íntimo destructor de sueños y proyectos.

Por ello, la consciencia y el control de los propios pensamientos y emociones, cobra un especial protagonismo en determinados momentos del proceso creativo.

La creatividad no es un momento fulgurante de inspiración cercano al éxtasis (insight) sino un proceso largo que ni empieza ni acaba con la gestación de ideas sorprendentes.

Cuando un niño fantasea, nadie lo tacha de soñador. Pero a muchos adultos les avergüenzan sus fantasías, como si soñar fuera una regresión infantil, siendo que en la medida que visualicemos nuestros propios sueños y los vayamos cimentando a placer, nos iremos construyendo y re-inventando a nosotros mismos.

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